Campos problémicos en los que se dará la discusión
Resignificar el papel de la educación para el logro de una cultura humana sostenible en adolescentes y jóvenes es reto para toda sociedad; implicará un cambio de largo alcance con impactos favorables en educación integral. Estas poblaciones inciden en problemáticas que pueden ser prevenibles con nuevos enfoques culturales. Temas sobre géneros, salud sexual y reproductiva, cuidados, adicciones, violencias, entre otros, pueden ser abordados desde una perspectiva integral y sostenible de la educación.
Una cultura humana sostenible debe considerar: la calidad del bienestar del grupo, su protagonismo en la construcción del bienestar, un enfoque libre de prejuicios y discriminaciones sociales. Adolescentes y jóvenes deben ser principales protagonistas de la inversión que se realice en su educación integral.
Luego de la Pandemia, se develan prácticas ajustadas a nuevas configuraciones. Las tecnologías y la virtualidad adquieren gran relevancia; son otros los modos de ser y hacer. Esta realidad requiere ser profundizada desde las ciencias sociales para contribuir a la toma de decisiones por un futuro próspero y sostenible, en materia de educación y derechos.
Preguntas orientadoras al interior de la mesa
¿Cómo fomentar el bienestar social de las adolescencias y juventudes, a partir de la necesidad de resignificar el papel de la educación en el actual contexto que se vive en las sociedades actuales?
¿Qué evidencias pueden mostrarse sobre la necesidad de invertir en las adolescencias y juventudes, con un enfoque de curso de la vida, integral y de sostenibilidad?
¿Cuáles son los retos de la educación integral de la sexualidad, y la salud sexual y reproductiva de adolescentes y jóvenes, con un enfoque de géneros y derechos?
¿Cómo promover el liderazgo y la participación de adolescentes y jóvenes desde estrategias de educación y salud integrales, con un enfoque intergeneracional, en escenarios como familias, parejas, escuelas, comunidades?
¿Qué experiencias pueden mostrarse sobre la implementación de acciones de sensibilización y capacitación a especialistas, líderes juveniles, estudiantiles y tomadores de decisiones en temáticas relacionadas con adolescentes y jóvenes?
Objetivos
Visualizar aspectos vinculados a las adolescencias y juventudes, desde un análisis holístico de dinámicas que acontecen en sus entornos de actuación. Mostrar el conocimiento empírico como promotor de transformaciones necesarias, colocando a las Ciencias Sociales y otras, en una posición activa para solucionar problemáticas relacionadas desde diversos escenarios; centrando la mirada en un contexto Covid-19. Oportunidad de aportar al desarrollo social en la región, al considerar a estas poblaciones constructoras de sociedades futuras. Dialogar sobre aspectos susceptibles para este grupo poblacional: educación y salud integral, educación integral de la sexualidad, equidad de género, uniones tempranas, derechos sexuales y reproductivos, embarazo precoz, infecciones de transmisión sexual, salud y autocuidados, violencias, adicciones, entre otros; áreas que merecen ser abordadas desde múltiples perspectivas. Para ello, es preciso intencionar la mirada hacia importantes redes de apoyo social, devenidas en recursos y/o activos para su desarrollo: familia-escuela-comunidad; poniendo énfasis en políticas, proyectos y programas enfocados hacia los ejes referidos.
Pertinencia y justificación
Educar en derechos, a adolescentes y jóvenes, se convierte en desafío para las sociedades actuales, en búsqueda del necesario bienestar social. Acceder a información, educación, salud, protección, cuidados, entre otros, contribuye a una vida plena y responsable.
Apostar por sus derechos implica resignificar el papel de la educación desde los diferentes escenarios y contextos de actuación. Imprescindible en el proceso de formación de las nuevas generaciones en su trayectoria hacia la vida adulta.
Familias, escuelas y comunidades son altamente significativas para este empeño, desde las transformaciones que se observan en las relaciones sociales y prácticas sexuales después de la pandemia. Esta crisis sanitaria ha impuesto a la humanidad cambios en las maneras de existir y actuar; los contenidos de la educación, en particular los relacionados con las sexualidades, exigen ajustes; las formas de vivir sexualmente cambiaron, y la efectividad de la educación va a depender de visualizar aquellas prácticas que se van naturalizando.
En el marco de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, la Estrategia Global de Juventud de las Naciones Unidas y el Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo queda evidenciada la imperiosa necesidad de promover acciones que tributen a la inversión en juventudes, con el gran desafío de que ningún adolescente o joven se quede atrás. Ello impone el diseño de estrategias integrales e integradas, que impliquen a diferentes actores de la sociedad.
La adolescencia se ha convertido en una de las etapas del ciclo vital de más interés entre investigadores y profesionales, por la enorme preocupación que provocan los problemas de salud y bienestar de mayor incidencia en los años que siguen a la pubertad. Es una etapa evolutiva en la que chicos y chicas podrán desarrollar todas sus potencialidades siempre que mantengan unas relaciones saludables con su contexto próximo. Cuando disfrutan de esas condiciones favorables van a florecer como individuos prosociales y responsables.
La inversión en la educación integral de adolescentes repercute en la calidad de su entrada a las edades futuras; significa trabajar en la prevención de problemáticas que podrían presentarse en la transición hacia la juventud. La continuidad de esa inversión es clave para el fomento de una política con desarrollo sostenible. La lógica del ciclo vital y curso de vida de las personas constituye herramienta importante para un trabajo educativo con enfoque de sostenibilidad. Posibilita establecer las conexiones entre tres etapas de la vida: infancia, adolescencia y juventud.
En la juventud tienen lugar procesos importantes que definen la entrada a la adultez en término de responsabilidades que deben ser asumidas. Se decide constituir una familia, se asumen responsabilidades laborales, compromisos políticos, sociales y persisten otros procesos relacionados con su formación profesional y personal. Estas situaciones promueven conflictos que requieren una mirada más particular en pos del bienestar de estos grupos.
Promover la educación integral de adolescentes y jóvenes reportará grandes beneficios, con sentido de sostenibilidad, para ellos, las instituciones en las que participan, la economía y los procesos demográficos. Invertir en estas poblaciones deviene en triple dividendo de beneficios: Para los adolescentes y jóvenes actuales; para los jóvenes del futuro: a fin de contribuir a una cultura de bienestar en base a la equidad social y para la generación que formarán sus descendientes.